La psicologia en el deporte y las emociones
Las emociones son, en esencia, impulsos que nos llevan a actuar, programas de reacción automática con los que nos ha dotado la evolución.
Basta con observar a los niños o a los animales para darnos cuenta de que las emociones conducen a la acción; es sólo en el mundo «civilizado» de los adultos en donde nos encontramos con esa extraña anomalía del reino animal en la que las emociones.
El deporte es un fenómeno de gran impacto social porque está protagonizado por los seres humanos, y por…..sus emociones.
Desde la perspectiva de las emociones, la competición deportiva desencadena entre los participantes un enorme torrente emocional. Es generadora de vivencias que exigen altas dosis de agresividad…permitida, por entenderse como actividad de descarga emocional cuya expresión es el impulso agresivo.
Este impulso emocional induce a muchas personas a la superación y búsqueda del éxito, pero en otros muchos casos bloquea, inhibe y paraliza y lleva a sensaciones de fracaso y baja autoestima.
El entrenador debe conocer cuales son las respuestas del deportista a las cargas, con el propósito de tener una explicación precoz de la calidad de su plan de entrenamiento. En estas emociones se ponen de manifiesto sensaciones de seguridad en las propias fuerzas y el deportista se siente motivado a continuar con la actividad.
Cuando la intensidad del entrenamiento supera el potencial del deportista, cuestión esta que en muchas ocasiones es un requerimiento del entrenamiento; al ser muy elevada la intensidad de las cargas, aparecen emociones negativas como una respuesta al desequilibrio creado al organismo. El deportista presenta sensaciones que acompañan la monotonía y puede llegar a la saciedad. Surgen sensaciones de desgano, disminuye la disposición a entrenar, a esforzarse y todo ello conduce a la pérdida del nivel de entrenamiento y por tanto de los rendimientos deportivos.
Cuando la tensión psíquica originada por las cargas de entrenamiento es débil se resuelve con una adecuada recuperación. Pero una tensión fuerte y prolongada del organismo en el proceso de entrenamiento, da origen a consecuencias negativas durante un período largo de tiempo, una o varias semanas. Esta situación da lugar a emociones que se expresan en patrones de comportamiento desfavorables.
En general las reacciones emocionales antes señaladas se caracterizan porque el deportista se cansa rápido ante las tareas, disminuye su capacidad de trabajo, presenta trastornos del sueño, falta de ánimo y vigor después del sueño y a veces dolores de cabeza, también se altera el apetito.
El entrenador debe ser hábil para corregir los caprichos del deportista y evitar que surjan conflictos en sus relaciones interpersonales. Además, hay que reforzar las cualidades volitivas del deportista que le permitan sobreponerse durante el período a los efectos negativos de las cargas intensas, y que llegue a un control consciente-volitivo adecuado de sus reacciones emocionales.
La etapa de inestabilidad emocional, se manifiesta con un cambio de las emociones del deportista, de su estado de ánimo y se expresa en reacciones emocionales inadecuadas.
La irritabilidad se manifiesta en este caso en la mímica y los gestos del deportista, este comienza a quejarse con frecuencia por cualquier circunstancia, cambio, dificultad u obstáculos. En ocasiones se refiere con malestar acerca de sus sensaciones físicas y psíquicas.
Las quejas y sensaciones expresadas deben ser analizadas con el deportista y se le debe ayudar a tomar conciencia de las barreras psicológicas que deben superar en esta etapa. El deportista debe saber, que los cambios en sus vivencias y conductas están relacionados con la sobre tensión derivada del entrenamiento, que ellas tienen un carácter temporal y todas estas dificultades son imprescindibles para alcanzar un potencial físico y psíquico de rendimiento superior.
En este grado de reacción, la excitabilidad del deportista es elevada. Pierde en ocasiones el autodominio, se enfurece, tiene problemas interpersonales agudos con el entrenador o algún miembro del equipo. Se convierte en una persona intolerable. Puede presentar un bajo nivel autocrítico. Por otra parte, algunos deportistas se sienten en estos casos poco capacitados y surgen sentimientos de minusvalía y culpa.
La inestabilidad emocional conlleva a oscilaciones bruscas de la capacidad de trabajo. En el deportista surgen pensamientos derrotistas, prejuicios acerca del resto de los compañeros y las circunstancias de la actividad.
la etapa de inestabilidad emocional es un período de tránsito entre la nerviosidad y la astenia y sin una intervención adecuada el deportista pasa inmediatamente a esta última.
La astenia se presenta con un fondo depresivo general del estado de ánimo, inquietud e inseguridad en sus fuerzas, hipersensibilidad a los estímulos ambientales. En esta etapa el deportista pone en duda las metas que se le señalan, incluso ante contrarios más débiles, las ejecuciones y los resultados se interpretan con pesimismo. Aparecen manifestaciones de miedo y ansiedad.
El estado depresivo se expresa en inhibición, pérdida de interés y de los deseos habituales del deportista, falta de ánimo y alegría; rechazo al entrenamiento, dificultades en el sueño y en general para la recuperación, pérdida del apetito. El conocimiento de las posibilidades del surgimiento de estas emociones negativas debe alertar a los especialistas a analizar las reacciones emocionales negativas e interpretarlas de forma correcta buscando su origen en las cargas de entrenamiento. Es necesario señalarlo así, debido a que, en ocasiones, la causa de estas emociones
El problema de la evolución del estado emocional del deportista de acuerdo con las cargas de entrenamiento debe ocupar un lugar de importancia en el control psicológico del entrenamiento.
Una contribución a la valoración de las reacciones emocionales vinculadas a la práctica de los ejercicios lo podemos alcanzar mediante el estudio de los trabajos, de G. Borg (1989) y el empleo de su escala para la valoración del esfuerzo percibido.
En el campo experimental con el objetivo de reflejar las reacciones emocionales a partir de sus componentes psicofisiológicos, empleamos el registro de la frecuencia cardíaca tomando sobre todo los valores básales al despertar y antes de comenzar y al final del entrenamiento, analizando además su variabilidad.
Algunas experiencias se desarrollan mediante pruebas de tiempo de reacción a un estímulo simple antes y durante las sesiones de entrenamiento. Estas pruebas permiten llegar a una valoración del grado de activación y cansancio durante los entrenamientos.
Utilizamos, también, los métodos de análisis del producto de la actividad, los que resultan relativos a cada una de las modalidades deportivas y se vinculan a las formas pedagógicas de valoración de los resultados.
Algunos de los principios generales empleados en el análisis se relacionan con la efectividad de las acciones y el número de errores. La cantidad de repeticiones necesarias para la ejecución correcta de un ejercicio.
Los métodos de análisis del producto de la actividad deben ser complementados con las elaboraciones personales de los deportistas considerando las explicaciones que brindan acerca de sus acciones y decisiones durante la ejercitación.
Finalmente, sobre este aspecto, debemos señalar: Si antes de una carga habitual, ni muy alta ni muy baja, de entrenamiento, lejos del máximo volumen e intensidad en el deportista se manifiestan signos evidentes de tensión psicológica, sus causas es necesario buscarlas en factores tales como:
Clima psicológico desfavorable, presencia de conflictos entre los deportistas o con el entrenador.
Disminución de la disposición a entrenar.
Situaciones de conflicto o frustración en otras áreas de la actividad del deportista.
Cambios provocados en la motivación o en el sistema de valores del deportista.
Respecto a los sistemas de intervención psicológicos que se emplean para ayudar a resolver los problemas emocionales derivados de las cargas intensas de entrenamiento deben considerar dos aspectos de estas respuestas del deportista:
El estrés agudo que se manifiesta en el desarrollo de las cargas intensas con síntomas de dolores agudos, sensaciones de cansancio y discomfort.
El estrés crónico que da origen a trastornos psicológicos como resultado de la monotonía y la repetición en el entrenamiento. De acuerdo con estas dos situaciones así deben ser empleados los métodos de intervención.
En nuestro caso abordamos el estrés agudo mediante estrategias cognitivas en el proceso de la actividad y el crónico por medio de técnicas de relajación que incluyen ejercicios respiratorios y la música.
En este trabajo vamos a explicar el abordaje mediante técnicas cognitivas para enfrentar el dolor y el discomfort y en otras partes del texto aparecen las técnicas de relajación y otras de las mencionadas.
El estrés agudo aparece con frecuencia en deportes de carácter cíclico o repetitivo, por ejemplo, las carreras. Los corredores emplean estrategias cognitivas tanto asociadas a las acciones que realizan como disociativas para poder sobre pasar el dolor o durante la fatiga.
Las emociones son, en esencia, impulsos que nos llevan a actuar, programas de reacción automática con los que nos ha dotado la evolución.
Basta con observar a los niños o a los animales para darnos cuenta de que las emociones conducen a la acción; es sólo en el mundo «civilizado» de los adultos en donde nos encontramos con esa extraña anomalía del reino animal en la que las emociones.
El deporte es un fenómeno de gran impacto social porque está protagonizado por los seres humanos, y por…..sus emociones.
Desde la perspectiva de las emociones, la competición deportiva desencadena entre los participantes un enorme torrente emocional. Es generadora de vivencias que exigen altas dosis de agresividad…permitida, por entenderse como actividad de descarga emocional cuya expresión es el impulso agresivo.
Este impulso emocional induce a muchas personas a la superación y búsqueda del éxito, pero en otros muchos casos bloquea, inhibe y paraliza y lleva a sensaciones de fracaso y baja autoestima.
El entrenador debe conocer cuales son las respuestas del deportista a las cargas, con el propósito de tener una explicación precoz de la calidad de su plan de entrenamiento. En estas emociones se ponen de manifiesto sensaciones de seguridad en las propias fuerzas y el deportista se siente motivado a continuar con la actividad.
Cuando la intensidad del entrenamiento supera el potencial del deportista, cuestión esta que en muchas ocasiones es un requerimiento del entrenamiento; al ser muy elevada la intensidad de las cargas, aparecen emociones negativas como una respuesta al desequilibrio creado al organismo. El deportista presenta sensaciones que acompañan la monotonía y puede llegar a la saciedad. Surgen sensaciones de desgano, disminuye la disposición a entrenar, a esforzarse y todo ello conduce a la pérdida del nivel de entrenamiento y por tanto de los rendimientos deportivos.
Cuando la tensión psíquica originada por las cargas de entrenamiento es débil se resuelve con una adecuada recuperación. Pero una tensión fuerte y prolongada del organismo en el proceso de entrenamiento, da origen a consecuencias negativas durante un período largo de tiempo, una o varias semanas. Esta situación da lugar a emociones que se expresan en patrones de comportamiento desfavorables.
En general las reacciones emocionales antes señaladas se caracterizan porque el deportista se cansa rápido ante las tareas, disminuye su capacidad de trabajo, presenta trastornos del sueño, falta de ánimo y vigor después del sueño y a veces dolores de cabeza, también se altera el apetito.
El entrenador debe ser hábil para corregir los caprichos del deportista y evitar que surjan conflictos en sus relaciones interpersonales. Además, hay que reforzar las cualidades volitivas del deportista que le permitan sobreponerse durante el período a los efectos negativos de las cargas intensas, y que llegue a un control consciente-volitivo adecuado de sus reacciones emocionales.
La etapa de inestabilidad emocional, se manifiesta con un cambio de las emociones del deportista, de su estado de ánimo y se expresa en reacciones emocionales inadecuadas.
La irritabilidad se manifiesta en este caso en la mímica y los gestos del deportista, este comienza a quejarse con frecuencia por cualquier circunstancia, cambio, dificultad u obstáculos. En ocasiones se refiere con malestar acerca de sus sensaciones físicas y psíquicas.
Las quejas y sensaciones expresadas deben ser analizadas con el deportista y se le debe ayudar a tomar conciencia de las barreras psicológicas que deben superar en esta etapa. El deportista debe saber, que los cambios en sus vivencias y conductas están relacionados con la sobre tensión derivada del entrenamiento, que ellas tienen un carácter temporal y todas estas dificultades son imprescindibles para alcanzar un potencial físico y psíquico de rendimiento superior.
En este grado de reacción, la excitabilidad del deportista es elevada. Pierde en ocasiones el autodominio, se enfurece, tiene problemas interpersonales agudos con el entrenador o algún miembro del equipo. Se convierte en una persona intolerable. Puede presentar un bajo nivel autocrítico. Por otra parte, algunos deportistas se sienten en estos casos poco capacitados y surgen sentimientos de minusvalía y culpa.
La inestabilidad emocional conlleva a oscilaciones bruscas de la capacidad de trabajo. En el deportista surgen pensamientos derrotistas, prejuicios acerca del resto de los compañeros y las circunstancias de la actividad.
la etapa de inestabilidad emocional es un período de tránsito entre la nerviosidad y la astenia y sin una intervención adecuada el deportista pasa inmediatamente a esta última.
La astenia se presenta con un fondo depresivo general del estado de ánimo, inquietud e inseguridad en sus fuerzas, hipersensibilidad a los estímulos ambientales. En esta etapa el deportista pone en duda las metas que se le señalan, incluso ante contrarios más débiles, las ejecuciones y los resultados se interpretan con pesimismo. Aparecen manifestaciones de miedo y ansiedad.
El estado depresivo se expresa en inhibición, pérdida de interés y de los deseos habituales del deportista, falta de ánimo y alegría; rechazo al entrenamiento, dificultades en el sueño y en general para la recuperación, pérdida del apetito. El conocimiento de las posibilidades del surgimiento de estas emociones negativas debe alertar a los especialistas a analizar las reacciones emocionales negativas e interpretarlas de forma correcta buscando su origen en las cargas de entrenamiento. Es necesario señalarlo así, debido a que, en ocasiones, la causa de estas emociones
El problema de la evolución del estado emocional del deportista de acuerdo con las cargas de entrenamiento debe ocupar un lugar de importancia en el control psicológico del entrenamiento.
Una contribución a la valoración de las reacciones emocionales vinculadas a la práctica de los ejercicios lo podemos alcanzar mediante el estudio de los trabajos, de G. Borg (1989) y el empleo de su escala para la valoración del esfuerzo percibido.
En el campo experimental con el objetivo de reflejar las reacciones emocionales a partir de sus componentes psicofisiológicos, empleamos el registro de la frecuencia cardíaca tomando sobre todo los valores básales al despertar y antes de comenzar y al final del entrenamiento, analizando además su variabilidad.
Algunas experiencias se desarrollan mediante pruebas de tiempo de reacción a un estímulo simple antes y durante las sesiones de entrenamiento. Estas pruebas permiten llegar a una valoración del grado de activación y cansancio durante los entrenamientos.
Utilizamos, también, los métodos de análisis del producto de la actividad, los que resultan relativos a cada una de las modalidades deportivas y se vinculan a las formas pedagógicas de valoración de los resultados.
Algunos de los principios generales empleados en el análisis se relacionan con la efectividad de las acciones y el número de errores. La cantidad de repeticiones necesarias para la ejecución correcta de un ejercicio.
Los métodos de análisis del producto de la actividad deben ser complementados con las elaboraciones personales de los deportistas considerando las explicaciones que brindan acerca de sus acciones y decisiones durante la ejercitación.
Finalmente, sobre este aspecto, debemos señalar: Si antes de una carga habitual, ni muy alta ni muy baja, de entrenamiento, lejos del máximo volumen e intensidad en el deportista se manifiestan signos evidentes de tensión psicológica, sus causas es necesario buscarlas en factores tales como:
Clima psicológico desfavorable, presencia de conflictos entre los deportistas o con el entrenador.
Disminución de la disposición a entrenar.
Situaciones de conflicto o frustración en otras áreas de la actividad del deportista.
Cambios provocados en la motivación o en el sistema de valores del deportista.
Respecto a los sistemas de intervención psicológicos que se emplean para ayudar a resolver los problemas emocionales derivados de las cargas intensas de entrenamiento deben considerar dos aspectos de estas respuestas del deportista:
El estrés agudo que se manifiesta en el desarrollo de las cargas intensas con síntomas de dolores agudos, sensaciones de cansancio y discomfort.
El estrés crónico que da origen a trastornos psicológicos como resultado de la monotonía y la repetición en el entrenamiento. De acuerdo con estas dos situaciones así deben ser empleados los métodos de intervención.
En nuestro caso abordamos el estrés agudo mediante estrategias cognitivas en el proceso de la actividad y el crónico por medio de técnicas de relajación que incluyen ejercicios respiratorios y la música.
En este trabajo vamos a explicar el abordaje mediante técnicas cognitivas para enfrentar el dolor y el discomfort y en otras partes del texto aparecen las técnicas de relajación y otras de las mencionadas.
El estrés agudo aparece con frecuencia en deportes de carácter cíclico o repetitivo, por ejemplo, las carreras. Los corredores emplean estrategias cognitivas tanto asociadas a las acciones que realizan como disociativas para poder sobre pasar el dolor o durante la fatiga.
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